lunes, 20 de junio de 2011

Mi papá: Marcelino Tomás Reinoso



“Lo recuerdo manso, contemplativo; le gustaba perder sus ojos azulinos en la infinitud de la llanura, sobre los surcos de la tierra, en los brotes del trigo que esperaba con silenciosa ansiedad. Buen lector de novelas que heredé tácitamente, excesivo fuma ...dor, gustador de buena música: el bien amado jazz ... y los boleros. De hablar mínimo. Muy honesto, creía en la palabra empeñada, cumplidor de compromisos a rajatabla. Lo recuerdo en las reuniones de la escuela, en la visita al médico. Lo recuerdo brindándome su apoyo. También recuerdo su ansiedad al ver el cielo sin nubes cuando esperaba la lluvia para el campo. Me sonrío ante el recuerdo de sus dos o tres enojos en toda la vida. Se me estruja el corazón al pensar en su ataque primero, su hemiplejía, su segundo ataque y la imagen final. Besé su rostro por última vez y agradecí que muriera dignamente. Quedé en paz, creo haberle dado todo lo que pude. Él tenía solamente un defecto: no decía te quiero. Él quería, nomás.”

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