JUEVES 15/09/2011
Joao Gilberto Noll: "La literatura busca trascender la mediocridad de lo cotidiano"
Lo comparan con Camus y Beckett. Es uno de los escritores más importantes de Brasil en la actualidad.
Personajes solitarios cuya personalidad parece disolverse paulatinamente. Seres que traviesan escenarios contemporáneos y cosmopolitas como Londres o Boston, al borde de la irrealidad, el delirio o la amnesia.
Estos son los personajes que habitan las novelas del Joao Gilberto Noll, uno de los escritores brasileños más reconocidos del momento, que por estos días participa del III Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (FILBA).
Comparado con frecuencia con Beckett y Camus, Noll hace una crítica profunda de la sociedad globalizada y carente de utopías del siglo XXI partiendo del desasosiego existencial de su personaje, que, aunque cambie de novela en novela, nunca tiene nombre y para el autor es siempre uno y el mismo.
Ese personaje tiene mucho que ver con las migraciones, con el mundo globalizado.
¿Es allí donde ve el nexo con lo contemporáneo?
Sí, es una búsqueda insana de alguna cosa que mi personaje no consigue nombrar. Cuando yo comencé a escribir, en los 80, el mundo se vaciaba de utopías. Mi personaje va en busca de algo que la pueda sustituir. No lo encuentra, porque es un hombre solitario. Yo viví una adolescencia muy difícil, bastante antisocial, lo que escribo no es una autobiografía pero este hombre habita en mí. Lo mueve un deseo profundo de contemplación en un mundo donde la acción productiva es la norma. Su drama está allí. La novela es la búsqueda de algo que pueda trascender la mediocridad de lo cotidiano.
La literatura es una forma de resistir.
Este hombre, que va perdiendo todas las marcas sociales de su identidad, parece encontrar algo que tiene que ver con el cuerpo.
Para los personajes que viven dentro de este límite, el cuerpo es lo único que puede referenciar la vida, su resistencia. Son un lamento mis libros. Un convite para pensar en una nueva dimensión de la realidad menos funcional y más humana.
Sin embargo, aunque hay sufrimiento, también se percibe a veces algo de humor, el absurdo.
No pienso que soy un escritor del sarcasmo porque el contenido dramático es muy fuerte, pero cuando me releo encuentro un humor grotesco.
Usted ha hablado de Ernesto Sábato. Pareciera tener más relación con sus ideas que con su literatura.
No me gusta mucho la ficción de Sábato, sino un libro de ensayos: El escritor y sus fantasmas . Crecí en los 60 y 70, fui un chico marxista, y este libro de Sábato me liberó un poco del sentimiento culpable por querer hablar en la literatura de las cosas existenciales, de la soledad. Yo pienso que la soledad es un tema político. La literatura para mí es señalar la crisis: el mundo podría ser mejor.
En ese personaje suyo también hay un deseo de transformación, de devenir otro; la temática “trans” también es muy contemporánea.
Sí, hay un deseo profundo de ser otro, está fatigado de sí mismo, con certeza. La literatura somatiza las cuestiones de la contemporaneidad. La sociedad ofrece esta posibilidad de ser otro a través de cirugías plásticas, tantas cosas. El propio personaje está contagiado de ese deseo. La literatura es perversión. (Clarín)
Joao Gilberto Noll: "La literatura busca trascender la mediocridad de lo cotidiano"
Lo comparan con Camus y Beckett. Es uno de los escritores más importantes de Brasil en la actualidad.
Personajes solitarios cuya personalidad parece disolverse paulatinamente. Seres que traviesan escenarios contemporáneos y cosmopolitas como Londres o Boston, al borde de la irrealidad, el delirio o la amnesia.
Estos son los personajes que habitan las novelas del Joao Gilberto Noll, uno de los escritores brasileños más reconocidos del momento, que por estos días participa del III Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (FILBA).
Comparado con frecuencia con Beckett y Camus, Noll hace una crítica profunda de la sociedad globalizada y carente de utopías del siglo XXI partiendo del desasosiego existencial de su personaje, que, aunque cambie de novela en novela, nunca tiene nombre y para el autor es siempre uno y el mismo.
Ese personaje tiene mucho que ver con las migraciones, con el mundo globalizado.
¿Es allí donde ve el nexo con lo contemporáneo?
Sí, es una búsqueda insana de alguna cosa que mi personaje no consigue nombrar. Cuando yo comencé a escribir, en los 80, el mundo se vaciaba de utopías. Mi personaje va en busca de algo que la pueda sustituir. No lo encuentra, porque es un hombre solitario. Yo viví una adolescencia muy difícil, bastante antisocial, lo que escribo no es una autobiografía pero este hombre habita en mí. Lo mueve un deseo profundo de contemplación en un mundo donde la acción productiva es la norma. Su drama está allí. La novela es la búsqueda de algo que pueda trascender la mediocridad de lo cotidiano.
La literatura es una forma de resistir.
Este hombre, que va perdiendo todas las marcas sociales de su identidad, parece encontrar algo que tiene que ver con el cuerpo.
Para los personajes que viven dentro de este límite, el cuerpo es lo único que puede referenciar la vida, su resistencia. Son un lamento mis libros. Un convite para pensar en una nueva dimensión de la realidad menos funcional y más humana.
Sin embargo, aunque hay sufrimiento, también se percibe a veces algo de humor, el absurdo.
No pienso que soy un escritor del sarcasmo porque el contenido dramático es muy fuerte, pero cuando me releo encuentro un humor grotesco.
Usted ha hablado de Ernesto Sábato. Pareciera tener más relación con sus ideas que con su literatura.
No me gusta mucho la ficción de Sábato, sino un libro de ensayos: El escritor y sus fantasmas . Crecí en los 60 y 70, fui un chico marxista, y este libro de Sábato me liberó un poco del sentimiento culpable por querer hablar en la literatura de las cosas existenciales, de la soledad. Yo pienso que la soledad es un tema político. La literatura para mí es señalar la crisis: el mundo podría ser mejor.
En ese personaje suyo también hay un deseo de transformación, de devenir otro; la temática “trans” también es muy contemporánea.
Sí, hay un deseo profundo de ser otro, está fatigado de sí mismo, con certeza. La literatura somatiza las cuestiones de la contemporaneidad. La sociedad ofrece esta posibilidad de ser otro a través de cirugías plásticas, tantas cosas. El propio personaje está contagiado de ese deseo. La literatura es perversión. (Clarín)
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