Susana Thénon nació en 1937 y murió en Buenos Aires a los 56 años en 1990. Además de poeta fue traductora literaria y fotógrafa artística. La poesía de Susana Thénon no se parece a la de ningún otro poeta en nuestro país, dueña siempre de una crítica feroz, de una ironía que creaba mundos trabajados con la idea de lo bello en el arte, Thénon ve el oficio del poeta como una forma de accionar sobre lo real, creando lo maravilloso. Ubicada, según su momento de creación poética, dentro de la denominada Generación del ’60 en Argentina. Contemporánea a poetas como Juana Bignozzi (1937) y Alejandra Pizarnik (1936-1972), aunque no forma parte de ningún grupo literario se le suele afiliar con ambas por el tipo de construcción marginal que trabaja en su poesía, sin adherirse a ningún movimiento reinante en aquellos años. Como se deja entrever anteriormente, su relación con los demás poetas de su generación es casi nula, salvo excepciones como María Negroni, que después sería una de las compiladoras en sus libros póstumos (La Morada Imposible I y II) y la ya mencionada Alejandra Pizarnik, con la cual se frecuentaba, y junto con quien publicó en la Revista Literaria Agua Viva (1960), quizás una de sus pocas señales de apertura al medio. Existe un vacío en sus publicaciones entre 1970 y 1982, ya que se dedica activamente a la fotografía, aunque de todas formas continúa escribiendo.
La creación poética de Susana Thénon está marcada por dos aspectos centrales, primero la evolución de una temática en su poesía, desde el primer libro publicado hasta el último y segundo, el juego con el lenguaje, que desemboca en la imposibilidad del mismo.
En su primer libro, “Edad sin tregua” (1958), es posible visualizar el primer atisbo que marcaría su propuesta: el sujeto poético anegado del poema, una escritura desde lo marginal, donde para el hablante lírico resulta difícil encontrar un espacio en el texto donde asentarse y siempre se pronuncia desde la periferia. Algo similar ocurre en “Habitante de la nada” (1959), de hecho el título refiere a este hablante que no pertenece a ningún sitio, que se encuentra fuera del poema, desvanecido cada vez más. En “De lugares extraños” (1967), también tiene que ver con el sujeto extranjero dentro del poema, del lenguaje, un yo poético desarmándose a la vista del lector, y de cierta forma, con este libro cierra un ciclo en sus publicaciones y se mantiene silente respecto a la poesía, para dedicarse plenamente a la fotografía.
Es en 1984 cuando vuelve a publicar, “Distancias” es un texto que refleja todo el proceso de los tres libros anteriores, un desarme del lenguaje que se puede ver tanto temática como gráficamente en los poemas, poniendo en evidencia las carencias de éste y su imposibilidad de nombrar, las limitaciones de la palabra. Finalmente, donde revienta la idea latente de la destrucción del sujeto poético, es en su último libro “Ova completa” (1987), donde utiliza el yo poético como mecanismo risible en sus poemas, lo anula a través del uso de la ironía.
La obra de Susana Thénon cruza la inutilidad del lenguaje para representar la existencia misma, de ahí un sentimiento de soledad, de nunca poder asentar el yo, un yo que no alcanza y se desordena en su afán de representar la figura del hablante, que se diluye inevitablemente. Todo esto se reúne en los dos tomos de La morada imposible, libro póstumo que recorre toda la producción artística de Susana Thénon.
Canto Nupcial (título provisorio)
me he casado
me he casado conmigo
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de me existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola ¿estoy bien?
yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban
al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería
me daba a entender
finamente
que me tenía podrida
y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo y no podía creerlo
porque aunque parezca mentira
no había cicatrizado
solo me había ido en sangre
entonces me dije: hola ¿soy yo?
soy yo, my dife, y añadí:
hae muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa?
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos
con paz
yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junto
y ni la muerte puede separarme
La creación poética de Susana Thénon está marcada por dos aspectos centrales, primero la evolución de una temática en su poesía, desde el primer libro publicado hasta el último y segundo, el juego con el lenguaje, que desemboca en la imposibilidad del mismo.
En su primer libro, “Edad sin tregua” (1958), es posible visualizar el primer atisbo que marcaría su propuesta: el sujeto poético anegado del poema, una escritura desde lo marginal, donde para el hablante lírico resulta difícil encontrar un espacio en el texto donde asentarse y siempre se pronuncia desde la periferia. Algo similar ocurre en “Habitante de la nada” (1959), de hecho el título refiere a este hablante que no pertenece a ningún sitio, que se encuentra fuera del poema, desvanecido cada vez más. En “De lugares extraños” (1967), también tiene que ver con el sujeto extranjero dentro del poema, del lenguaje, un yo poético desarmándose a la vista del lector, y de cierta forma, con este libro cierra un ciclo en sus publicaciones y se mantiene silente respecto a la poesía, para dedicarse plenamente a la fotografía.
Es en 1984 cuando vuelve a publicar, “Distancias” es un texto que refleja todo el proceso de los tres libros anteriores, un desarme del lenguaje que se puede ver tanto temática como gráficamente en los poemas, poniendo en evidencia las carencias de éste y su imposibilidad de nombrar, las limitaciones de la palabra. Finalmente, donde revienta la idea latente de la destrucción del sujeto poético, es en su último libro “Ova completa” (1987), donde utiliza el yo poético como mecanismo risible en sus poemas, lo anula a través del uso de la ironía.
La obra de Susana Thénon cruza la inutilidad del lenguaje para representar la existencia misma, de ahí un sentimiento de soledad, de nunca poder asentar el yo, un yo que no alcanza y se desordena en su afán de representar la figura del hablante, que se diluye inevitablemente. Todo esto se reúne en los dos tomos de La morada imposible, libro póstumo que recorre toda la producción artística de Susana Thénon.
Canto Nupcial (título provisorio)
me he casado
me he casado conmigo
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de me existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola ¿estoy bien?
yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban
al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería
me daba a entender
finamente
que me tenía podrida
y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo y no podía creerlo
porque aunque parezca mentira
no había cicatrizado
solo me había ido en sangre
entonces me dije: hola ¿soy yo?
soy yo, my dife, y añadí:
hae muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa?
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos
con paz
yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junto
y ni la muerte puede separarme
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