Como sueños fetales
en los cuencos sin ojos.
En la voz desgarrada
de la lluvia desnuda
y en la danza hierática
para ahorcar las centellas.
Después de arañar soles
y de
parir los días
en la noche puntual del universo.
de urgencias irredentas,
de vergüenzas impagas.
Degustadores ciegos
amputan sus sabores,
sus
relámpagos tristes,
su cruel melancolía de huérfanos azules.
Ha llegado el crepúsculo
Y es un cuadro de Leonid Afremov.
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