Mendiga de
respuestas, no hay limosna que baste
porque en el
diccionario de tu lengua materna
lincharon las
palabras, esas, tan necesarias
las que
entibiaban siempre los huecos de tu alma.
Sin voz, sin
cuerpo, inútil, con las manos sangrantes
emites tu
silencio como un burdo reclamo
elevas tu mirada,
ruegas, pides clemencia,
pero la luna sola te devuelve un harapo.
Tu corazón maltrecho vaga manando sales
madre que nutre,
savia, cuenco de amor eterno
tus besos al
rescoldo cuecen días y noches
tiempo amorfo que
pasa como un viento fantasma.
Buscas –como un
sabueso- las causas del derrumbe
sostienes con tu
angustia los muros derruidos
como un río
furioso va tu sangre a los mares
y encabritada
vuelve, oleaje de querer.
Con tu breve
estatura te agigantas de amores (Imagen: www.8300.com.ar)
para abrigar al
fruto de tu vientre, mujer.
Sola por el
desierto, enredada en la selva
devorada por
fauces que envidian tu dolor
repudiada, en la
hoguera o en una celda oscura
tus múltiples
mujeres se yerguen frente al miedo.
No se dan por
vencidas, no pierden dignidad.
Lloran sin
decibeles en la almohada secreta
urden
desesperados gestos de salvación
recogen la
basura, la incineran, la esfuman
purificando el
aire que van a apacentar.
Diosa de la
Miseria, amazona galáctica
blandes daga
impoluta para arrancar los males
con una
sobredosis de versos y cantares
preparas el
brebaje de la liberación.
Descansa. Yo
acaricio tu frente desquiciada
te regreso hasta
el útero de tu confianza atroz
y allí pares
palabras como pájaros libres
que gorjean
respuestas para firmar la paz.
©Olga Liliana
Reinoso
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Bienvenida. Te deseo mucha suerte.